top of page

Souvenires

Foto del escritor: Evangelina LedesmaEvangelina Ledesma

A veces viene a casa a tomar mate amargo. Su visita es una imposición incómoda en los momentos más inoportunos. Tomamos mate amargo, frío, con agua hervida, en una enorme calabaza de velorio. La larga ronda nos sume en un silencio árido que dura semanas. Antes de irse me deja un souvenir, o varios, y se marcha. No vuelvo a verla por meses, hasta que otra vez se aparece en mi puerta, de sopetón, sin anunciarse y sin previo aviso.

Al principio le abría con miedo. Después me di cuenta: para bien o para mal, me iba acostumbrando a su presencia. Ella agarraba el mate de micrófono por un largo tiempo, y yo me veía obligada a levantarme de la mesa para seguir atendiendo ciertos asuntos como lavar los platos, o fregar la ropa, o cocinar, o hacer las compras, o pagar las cuentas. Ni siquiera en esos momentos insipidamente cotidianos se me apartaba, la muy pesada. Me seguía a todos lados con la enorme calabaza en las manos lívidas. A la noche no me dejaba dormir con el lento y exasperante sorber de la bombilla.


Contrariamente a cómo se la suele retratar, no le veo los ojos rojos, ni la boca llena de dientes horrendos, ni la sonrisa siniestra. Es difícil de explicar, pero es como si una, al mirar, supiera que allí hay un rostro, pero la imagen llegara al cerebro borrosa. Nunca sé si se ríe, si está triste, si está enojada. Quizás no sea más que un alma como cualquiera, pero para siempre condenada a llevarse a la gente a otra parte. Quizás ni siquiera lo disfrute. Quizás no sea más que otro trabajo monótono y espantoso, como el de un call center.


No termino de interpretar si los souvenires son una burla o un intento de aligerarme los duelos. Las primeras veces me negaba a aceptarlos, pero me los dejaba de todas maneras arriba de la mesa, al lado del termo, de las lapiceras y de la insólita cantidad de cuadernos que suelo llevar. Tiempo después tuve que hacer lugar en las estanterías, para no andar pateando mamotretos y chucherías por toda la casa. Un set gastado de bolas de billar, triángulo, tizas y tacos; una jaula enorme para pájaros, una cucha manchada de sangre de parvo, dos adornos de cerámica esmaltada con forma de ballenas jorobadas, un cuadro en relieve de un pez tornasolado hecho con cintas de seda. Un día, de golpe, se apareció con una pila de revistas “Geo”, “Muy Interesante” y “National Geographic”, un desodorante Old Spice a la mitad, un tornillo de los que usan para arreglarle los pies a los quebrados, un cassette de “Como la marea” de Alberto Cortez, un kayak amarillo, una botella chica de vidrio de Crush de naranja. Esa fue su visita más larga y la más molesta: no podía ni caminar por la casa. Otra vez me dejó una caja de plástico rosa cuarentón repleto de broches de enchapado de oro dieciocho quilates, desteñido por la lengua del tiempo. Otra vez me trajo un mango maduro.


La última vez que vino me trajo una colección de cartas de Magic y una bolsa enorme de dados de rol. ¡Decenas! De cuatro, seis, ocho, diez, doce, veinte caras. De muchísimos colores, como piedras preciosas y trágicas de plástico. Agarró unos cuantos con la mano derecha, mientras sostenía el mate frío lavado con la izquierda, y eligió un dado de veinte caras amarillo. Para mi terror, lo arrojó sobre la mesa. Quedó con la cara del número cinco para arriba. Suspiré un poco aliviada de que no saliera el veinte, que significa daño crítico. Al levantarse de la silla para retirarse, dejó caer la bolsa al piso y los dados rodaron disparados en distintas direcciones, chocándose entre ellos, metiéndose en recovecos que ni yo sabía que existían.


Ahora, ella no solamente se queda por el mate, que sigue usando de micrófono. Se ha puesto en que va a juntar todos los dados, uno por uno, hasta encontrar el amarillo.


Comments


  • alt.text.label.Instagram
  • alt.text.label.Facebook

Descargo de responsabilidad de derechos de autor: Los textos de autoras y autores que aparecen en este sitio se comparten con fines educativos y culturales, sin fines de lucro. El copyright de dichos textos pertenece a sus respectivos autores. Este sitio web respeta y reconoce los derechos de propiedad intelectual de las y los autores y se adhiere a la Ley de Propiedad Intelectual (Ley 11723) de Argentina.

Si sos autora de algún texto publicado en este sitio y deseás que se retire o modifique de alguna manera, por favor contactanos. Estamos comprometidas a respetar los derechos de las autoras y a cumplir con cualquier solicitud razonable en cuanto a la gestión de contenido.

©2023 por Directoria. Creado con Wix.com

bottom of page